La Catedral de Palencia está dedicada al patrono de la ciudad San Antolín. La presencia del mártir es constante y nos muestra un conjunto de relatos que cruzan el tiempo alimentados por la devoción popular.
Contemplar de qué forma los símbolos cambian, crecen y se adaptan a los gustos y necesidades de cada tiempo es un ejercicio al que se nos invita constantemente entre estos muros.
La tradición ha sido un mecanismo de inmersión cultural en la que lo popular se impone a la erudición desapasionada, nos acompaña en los momentos clave de nuestras vidas y nos hace partícipes de algo verdaderamente emocionante y trascendente.