Traspasar los umbrales, cruzar las puertas, entrar en un espacio sagrado, es a la vez un hecho físico y simbólico.
Cuando entramos en la Catedral de Palencia hacemos una inmersión completa en un mundo que nos acoge y nos interpela.
Cada pasadizo que recorremos, cada reja y puerta que cruzamos nos permite experimentar un cambio de perspectiva y de sensaciones físicas.
La luz, el sonido y el silencio que encontramos creará las diferentes condiciones para entrar en diálogo con las obras de arte que se nos aparecen cuando traspasamos estas fronteras materiales y espirituales.