Los artífices de esta obra nos interpelan usando la piedra, la madera, el metal, el color, la luz, los sonidos y el silencio de manera que su mensaje perdura en el tiempo y llega claro y nítido con la misma viveza como si fuera fruto del presente.
Los constructores y los artistas que han intervenido en la Catedral la han convertido en un testimonio de cómo la belleza puede ser la expresión visible del bien al que los seres humanos aspiran.