Al entrar en este edificio inmediatamente nos sentimos empequeñecer. La sorpresa se acentúa porque desde el exterior las referencias son confusas. En un primer vistazo hemos percibido una mole sobria y rotunda.
Las estilizadas formas no tienen fin práctico alguno. Toda su función reside en la búsqueda de lo simbólico a través de la pedagogía que impone con sus impresionantes proporciones. Su objetivo primordial es elevar nuestro espíritu por medio de lo sensible.
Estamos en una catedral gótica y su hambre de altura es casi intimidante. No podemos sino ascender con la mirada y tomar conciencia de nuestra humilde presencia en un espacio majestuoso cuya misión es acercarnos a la grandeza de Dios.